domingo, 8 de agosto de 2010

EL Y LOS OTROS


Su rostro se perdió entre sus recuerdos
que aceptó como la vida de otro hombre.
Sus sueños ya no tenían letras
que interpretaran las palabras
que nunca se atrevió a pronunciar.
Pero surgían sus secretos
cuando sus ojos bajaban a la tierra
como adentrándose en caminos interiores.

Entonces, él no era más el hombre que suponía ser.
Su amanecer tenía un horizonte con las sombras
cada vez que sus manos
usaban la herramienta que hacía realidad
sueños que eran de otros.

Sólo cuando la noche estacionaba su silencio
podía reconocerse
como el que siempre quiso ser
parte de él y de los otros.

Era en ese momento
que sus ojos emitían un brillo
como cuando la luz
cruza la transparencia misteriosa del agua.