domingo, 24 de mayo de 2009

ESTAR VIVO



Primera fotografía conocida, año 1826, de Joseph-Nicéphone Niépce, titulada "Punto de vista desde la ventana de Gras"

Una imagen que puede inspirar una reflexión:

Como muda película de antaño, la visión de una calle del pasado tejió golondrinas en los ojos de aquel anciano ser. Los muros sin color, recargados de años, como su piel herida de vejez, se habían vuelto grises, sin saber, como él, que el ropaje perece, mientras el alma vive mucho más, cada vez que siente en su interior, a ese niño que aún sigue arriba del manzano, asombrándose una y otra vez al mirar en el nido, el eterno milagro de la vida.

O un poema:

ALTURA

Arriba
existe un mundo diferente,
debajo de las cornisas,
dentro de las canaletas,
entre los instersticios
donde termina cada curvatura.
Tal vez sea el silencio
que horada los rincones
por entre las neblinas
del invierno,
o las plumas de un ave
que dejaron escritas
entre las tejas húmedas
las rutas para volar al norte,
o aquella sensación
arriba de los tejados
donde el musgo creció
hasta formar alfombras
diferentes.

Abajo
en la ciudad
nadie presta atención,
es tal la algarabía,
de pasos sobre las veredas,
de rutina ruidosa
de rudos automóviles,
de vitrinas que chillan
colores y dinero.

Arriba
donde los postes se unen
con alambres metálicos
para llevar la luz,
donde las chimeneas
hablan con voz de humo
la tristeza rojiza
del madero quemado,
se encuentra a borbotones
esa tranquilidad
que queremos hallar
y que no encontraremos,
porque nunca
se nos ocurrirá
para poder sanar,
volver
nuestra vista
hacia el cielo.

miércoles, 20 de mayo de 2009

EL PINTOR



(A mi padre)

Se internó en los misterios de la vida
y hundió en un rojo intenso su pincel.

La mano trabajó con soltura los trazos,
divagó unos instantes
y el lienzo se inundó de su sangre
en un goteo inexorable
que confundió en sus venas un color
que nacía y moría al mismo tiempo.

Era la tarde navegando constante,
dibujando ella misma
sus figuras de sombra,
meciéndose a la hora en que nada se altera,
mimetizando sus matices reales
hasta ser parte sin premeditación
de esa pintura que comienza a crearse.

Él ve sus sueños más secretos
quedar sobre la tela,
se solaza en silencio, confundido,
luego ahoga el pincel
en el líquido espeso
que en un frasco se ha teñido de rojo.

No le interesa la época del año,
da lo mismo si es Enero o Abril,
si afuera en el parrón
la uva está madura y envejece
o si una hoja extraviada en el aire
pasea su ropaje otoñal
dibujando un adiós invisible
que sube sin remedio.

El tiempo ya no existe para él,
es algo tan efímero
que sólo ha de quedar en la pintura.
Nadie lo apura, y es feliz.

Mientras la tarde continúa dejando
su eco dorado en la silueta de los cerros,
el hombre se sonríe,
recoge otro pincel,
mezcla azul con un poco de blanco,
y se apresta a crear esta vez
un pedazo de cielo.

AJENA



Pintura del pintor polaco Jacek Yerka

Ajena a tus latidos y a tus pasos
sostengo entre mis dedos
cansados de vacío
el eco de los tiempos que se han ido.

Hago senderos nuevos
sobre las huellas ya gastadas
del ocaso.

A veces
parece que regresas
trayendo un sueño nuevo
bajo el brazo.

Y con sigilo
me acerco irreverente
a rozar la silueta
que dejó tu recuerdo
debajo de mis sábanas.

lunes, 18 de mayo de 2009

BEAGLE



Brota añil de la tierra
el agua enriquecida
de tiempo y de silencio.

Lejanos los parajes indómitos,
templos de hielo eterno
que el frío y la distancia concibieron;
formas casi casuales
como el himno ancestral
con que la lluvia tiñe
de índigo el paisaje aterido.

La soledad del sur
allá, cerca del Beagle
una danza pionera
en la que el viento arrecia
con su voz pasajera,
un altar de extramuros protegiendo
la cotidianeidad de lo presente.

Un rincón
donde surge milagroso
un hálito de vida.

VOLVIENDO A SER



Una niña
una mujer
un inicio que cabe en la corola de una rosa
una copa desnuda que rezuma pureza.

El cielo azul tiende un racimo
sobre su cabellera
y brota en su mirada la confianza.

Una mujer
una niña
algún amanecer no fue como esperaba
le destrozó algún sueño
como aquel de llegar con la inocencia intacta
como corona de cristal entre sus manos.

Ha desechado la cortina de las lágrimas
en su mirada el sol sigue saliendo cada día
a veces nada cambia
hay que seguir
volver a rehacerse sin culpas ni rencores.

Queriendo ser mujer
cuando se es una niña.
Volviendo a ser la niña
cuando ya se es mujer.

PRESENCIA



Hay un amor oculto en las astillas del madero
sobre los muros que cosechan nostalgias
bajo la luna que yace ataviada de noche
y voltea su rostro sin un trazo de luz.

Como un susurro que parece vibrar interminable
los grumos del lodazal repican sin descanso
aquella letanía del ocaso doliente.

Entre los clavos salpicados de herrumbre
una pequeña astilla yace olvidada
el madero dejó su sombra triste en medio del camino
perdida en la distancia de un adiós no esperado.

Las hojas reivindican con su propio arrebol una danza ligera
caen ociosas sobre la curvatura de la luna
que quedó abandonada sobre la hierba húmeda.

Una presencia se desborda perenne
y una verdad que no claudica ni se olvida
colma inconmensurable a cada ser.

Cada rostro que mira a las alturas
suele ser dueño de un secreto.

ARTESANO DE VIDA



Detuve mi carruaje en un recodo de la vida
y lo observé...
Pregonaban los ecos de aquellos dedos suyos,
impregnado su tacto
de la vida que quiso rescatar
de la gruesa corteza
de aquel mudo paisaje.


El roce de sus manos
fue botando barreras;
dibujando lo nunca antes esperado
en esa oculta voz de la madera
que aguardó al artesano.


Cada tronco se partió sin dolor,
se dejó intervenir,
no opuso resistencia
y aromó con su fragancia oculta
la naciente figura.


Esculpió el artesano
otro nuevo poema de nudos y de fibras;
tomando entre sus dedos
la figura emergente,
que limpió de impurezas
lanzándola a la vida.


La armonía que sus manos crearon
continuó su camino;
y oculto en la espesura,
envuelto en un abrigo
de rugosa textura
lo esperan muchas voces todavía,
escultor de la savia
artesano de vida.

domingo, 17 de mayo de 2009

FOREL



Desde un punto lejano
surgen desde la tierra los rieles del pasado
bajo el tren del ramal.

Triste se empina el cerro lejos de la ribera
buscando oír el eco profundo de la tierra
en el grueso caudal.

Arrastra el viento la cotidianeidad
lanzando trazos húmedos al aire
como retazos que el pasado salpica sobre el río.

El torrente arremete tantas veces
hasta borrar de luna las orillas mojadas;
constante es la corriente en que hunde sus remos la niñez
al surcar la nostalgia.

Los pájaros elevan su oración hacia el dorado velo de la tarde
mientras el suave traqueteo de los carros se detiene en Forel.

A lo lejos, galopan en la orilla algunos cascos
con sus crines al viento;
una pequeña embarcación se desliza ligera
guiada por la brisa de la tarde.

En la ribera opuesta
cuando el soplo del mar cabalga sobre el río
si aguardas en silencio
el silbato del tren sabrá decirte
que has llegado a Forel.

EN LAS MANOS DE MATTEO



Me acercaste a la esencia de la tierra
mientras ibas más allá de lo que tiene nombre;
ya no pudo mi voz
lo que escondieron los silencios.

Y encontraste en el piano
el lenguaje que atrapó su sonido
en su caja de cuerdas y madera templada.

Preferiste buscar lo no encontrado,
escuchar los rumores desde adentro
y, habiendo dibujado con tus dedos de oleaje
eternas y constantes marejadas,
sacaste del teclado
sus ecos de semilla.

¡Caro bambino!
le sueltas las amarras a las constelaciones
sin que al tiempo le importe;
es de viento y de fuego el sonido creado,
de mares y de tierra.

Y me pasa que a veces
cuando la lluvia trae
los paisajes que duelen en el alma,
mientras voy más allá de lo que tiene nombre,
sólo espero escuchar
a toda la naturaleza concentrada
simplemente
en las manos de Matteo.