martes, 4 de abril de 2017

LA RUFINA






















Déjame andar por tus orilla vivas
desovillarme entera entre tus piedras
intervenir el paisaje minúsculo
de la hormiga y el tábano
con los ojos abiertos del asombro.
Déjame descender a sus tamaños
y sentir sus aromas de verano;
el agua no es la misma
ronronea sencilla en libertad,
los sonidos comulgan con la historia
pasos pequeños grandes pasos
y la espuma en la orilla
intentando escribirse en la ribera.
El boldo viste su forma subterránea
lleva corona y botas como espejos
es un señor junto a los álamos
cuando dejan caer su mosaico de otoño.
Ellos se quedan
yo voy de paso.
Surge en la habitación de las montañas
un aire prematuro inundado de especias;
los cactus deshilachan la brisa
esparciendo sus hebras
desparramando el aire puro.
Dejé mi huella impresa en una piedra
un tatuaje de piel en su dureza extrema,
regresaré en la próxima estación del estío
parafraseando brotes.
Hoy aprendo a hibernar
como aquel que ya sale del otoño.

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