Me acercaste a la esencia de la tierra
mientras ibas más allá de lo que tiene nombre;
ya no pudo mi voz
lo que escondieron los silencios.
Y encontraste en el piano
el lenguaje que atrapó su sonido
en su caja de cuerdas y madera templada.
Preferiste buscar lo no encontrado,
escuchar los rumores desde adentro
y, habiendo dibujado con tus dedos de oleaje
eternas y constantes marejadas,
sacaste del teclado
sus ecos de semilla.
¡Caro bambino!
le sueltas las amarras a las constelaciones
sin que al tiempo le importe;
es de viento y de fuego el sonido creado,
de mares y de tierra.
Y me pasa que a veces
cuando la lluvia trae
los paisajes que duelen en el alma,
mientras voy más allá de lo que tiene nombre,
sólo espero escuchar
a toda la naturaleza concentrada
simplemente
en las manos de Matteo.
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